Hace 14 años perdí a mi sobrina de un mes, nadie entendíamos porque una bebé se tenía que ir tan rápido, pasaron 7 años y otro hijo de mi hermana perdió la vida en un accidente de 20 años, fue devastador par la familia, yo creía en mi ignorancia que había sufrido igual que mi hermana ya que sus hijos eran como si fuera míos.
Pero la realidad es que estuve con ella, pero cuando regresaba a mi casa yo podía abrazar a mis hijos, verlos sonreír, verlos sentados en la mesa de Navidad, uno puede ser empático con quien tiene una pedida de es magnitud más nunca vas a sentir el dolor de su madre y de su padre.
Yo tuve 4 hijos, Yolita, Dany y dos perdidas perinatales naturales, sentía que se me iba el alma, que se me desgarraba.
En el fondo pensaba para mis adentros, el dolor que le tocaba a esta familia ya lo vivimos en está familia ya no puede pasar nada, Dios ya voltea para otro lado.
Pues no es lo que uno quiere, ni desea, ni tan si quiera lo imagina pero hace 7 años y medio me dieron la peor noticia de toda mi vida, mi hijo Dany de 17 años estaba muerto en un elevador que se puso a trabajar sin ninguna protección, si el mundo se me derrumbo, perdí el alma, la sonrisa, la claridad, la paz , un tsunami había arrasado con todo lo que para bien o para mal había construido en mi vida.
Perder un hijo es como si te amputaran las piernas, te echaran en alta mar en medio de una tormenta, el agua helada, de noche y yo sin piernas para flotar.
Pues hoy les digo que estoy de pie, que yo, mi esposo y mi hija salimos adelante trabajamos muy duro sin parar, pero toda la familia logro hacer de ese dolor convertirlo en amor hacia los demás.
Honramos su vida desde nuestra felicidad, desde nuestra paz interior y aprovechando cada instante que nos queda por vivir.
Ahora lo que me toca es vivir lo mejor posible y disfrutar con los que están aquí, aunque a un hijo se le lleva tatuado en el alma, pero también sé que el día que me toque partir, el vendrá a buscarme con los brazos abiertos y me dirá “Mamá no te rendiste, estoy muy orgulloso de ti”
Pero lo más importante habré dejado huella en mi hija de que se puede, si se quiere salir delante de cualquier tragedia y de cualquier crisis, el duelo si termina porque yo ya acepté que mi hijo murio fisicamente, pero el dolor es un pequeño compañero que con herramientas aprendes a manejarlo cuando llega a florecer.
¡Ahora si puedo decir, que se lo que es, perder un hijo!
¡Si 1000 veces me caígo , 2000 me levanto!
Yolanda Morales